grandes confusiones

que queremos comentar porque son la base de la mala comprensión de los derechos de autor y, a mayores, de muchos problemas relativos a su uso.

La primera, muy habitual, en la que hemos caído todos en el primer impulso de festejar la llegada de propuestas que nos permitían acceder gratuitamente a contenidos culturales: si me puedo bajar la canción gratis, entonces es libre, es decir, la puedo usar para una presentación, en la obra de teatro o  ponerla en mi página web.

Cuando como usuarios queremos utilizar material libre de derechos (podemos hacerlo por varias razones: no tener que invertir tiempo localizando al titular; no tener que pedir permiso para la utilización, con el riesgo de que no nos lo concedan y tengamos que seguir buscando; no pagar a la sociedad de gestión que represente al artista, etc.) tendemos a identificar



gratis    =     libre ...



En la actualidad, dadas las restricciones que están introduciendo en su sistema, el ejemplo casi no vale, pero recordemos cuando surgió Spotify ... Su carácter gratuito e ilimitado hacían pensar que el material disponible a través de él era de uso libre, pero nada más lejos de la realidad. Independientemente de que existiese la posibilidad de escuchar la música gratuitamente, ello no suponía que se pudiese utilizar esa música para amenizar un bar, o emplear un tema obtenido a través de Spotify para poner música en una obra teatral sin obtener permiso de sus creadores o sin abonar a la sociedad de gestión correspondiente la cuantía especificada en su tarifa según el tipo de uso que se le diese.

Así que ... recordad ... gratis no significa libre... aunque pueda coincidir.

Comentarios

Entradas populares