Los finlandeses abren la veda: una nueva legislación para que el sentido común alcance al "copyright"









Common Sense in Copyright es el atinado nombre que se han dado los miembros de una plataforma finlandesa que aboga por una reforma de las leyes de Propiedad Intelectual de este país; me hace recordar aquello de que "el sentido común es el menos común de los sentidos" y me recuerda cómo, en materia de copyright y en lo que respecta sobre todo a la persecusión penal de infracciones del derecho de autor, la prudencia, la equidad y la justicia son virtudes que afloran en pocas ocasiones en los últimos tiempos.

El afán persecutorio de las infracciones de la Propiedad Intelectual, sea en ámbito penal, civil o administrativo, está siendo tan desmedido que son el pan nuestro de cada día anécdotas que serían muy chuscas, si no fuera porque detrás de ellas hay personas que sufren directamente en su vida las consecuencias de las grandes tensiones entre industria cultural y del entretenimiento, usuarios y empresas proveedoras de acceso y prestadoras de servicios en Internet.

 Cada día hay nuevos colectivos bajo el control y fiscalización de autoridades y sociedades de gestión, como sucedió en su momento con las peluqueras y la SGAE. También hemos visto reclamaciones de cantidades desorbitadas a particulares, que así acaban contribuyendo de su bolsillo a la industria del entertainment, como el usuario condenado a pagar 1,5 millones de dólares por subir 10 películas en BitTorrent; nada menos que 150.000 dólares por cada una; ¡no está nada mal!. Pero también hay tentativas procesales espectaculares, como las de demandar a decenas de miles de usuarios (la productora de la película "En tierra hostil", Voltage Films, ostenta un extraño récord, por haber demandado a 24.583 usuarios que habrían bajado esta película).
 

Y parece ser que un suceso de este tipo es uno de los detonantes de esta iniciativa legislativa finlandesa. Allí, amparada por una reciente modificación de las leyes de Propiedad Intelectual, la policía finlandesa allanó un domicilio para descubrir que la presunta infractora era una niña de nueve años que había intentado descargar un disco de The Pirate Bay. Le confiscaron su portátil de Winnie The Poo (¡que espero por su bien que fuese auténtico!).

Estos casos son tan extremos que parecen argumentos delirantes de una obra satírica contra el copyright más que intentos serios de atajar el problema de la piratería.

Pero el actual sistema de copyright y sobre todo, las fórmulas persecutorias que se están desarrollando para tratar de atajar los problemas evidentes que la irrupción de lo digital ha causado en la explotación de obras y contenidos intelectuales causan también muchas distorsiones en el funcionamiento de la industria cultural, de las instituciones y en el día a día del ciudadano. Por lo pronto, hay una especie de psicosis a infringir los derechos de autor de alguien -no sabemos muy bien quién a veces- por cualquier uso que se haga de una obra, por muy breve en el tiempo que sea, por muy insustancial que resulte, o por muy justificado que esté.

Los límites a los derechos de autor (la parodia, el derecho de cita para la enseñanza o la investigación) se han contraído ante el pavor de ser incluido como demandado número 24.584, o recibir una reclamación de la SGAE, o cualquier otro castigo inimaginable hasta ahora que siente algún nuevo récord. Se habla, de broma, de dejar de tararear en la ducha "no vaya a ser que te cobren". Pues muchas nuevas actividades, como compartir en las redes sociales contenidos, son más similares a eso, a "tararear en la ducha" o a cantarle una canción a los amigos para ver si la reconocen, que a un acto de explotación del derecho de autor merecedor de persecuciones encarnizadas.

Pues bien, los amigos de Common Sense en Finlandia han dicho que ya está bien, que esto no funciona y que ellos proponen una revisión. Por lo que he leído, sus objetivos son más bien prudentes, e incluyen la reducción de penas por infracciones de Propiedad Intelectual, la ampliación del concepto de fair use (usos justos o inocuos) de obras protegidas  y aumentar la capacidad del ciudadano para realizar copias en ciertos supuestos; pero no por eso es menos necesario decirlo, en este ambiente tan enrarecido.

Lo que ya convierte esta noticia en la bomba es que este colectivo ha presentado esta propuesta a través del Open Ministry, una institución que permite compartir iniciativas legislativas que, de alcanzar en un plazo de tiempo determinado un número mínimo de adhesiones (50.000 firmas reales en 6 meses), ha de ser votado por el Parlamento del país.

¿Se pueden hacer las cosas de otra manera?  ¿Cambiaríais la legislación de Propiedad Intelectual? ¿Qué cosas permitiríais y qué cosas no?




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